Me dieron ganas de escribir. No sé por qué ni como, o porque
me da tanto placer imaginarme frente a un teclado, escuchando el sonido de las
teclas al ser presionadas. Me encanta ese sonido. Siempre me gustó. Por eso me
fascinaba (y me avergüenza admitir que sigue fascinando) ir a los cyber a usar
las computadoras.
Si, tal vez no funcionan muy rápido, tal vez se traban,
cuelgan y son más ineficientes que lo útil que intentamos torpemente atribuirles,
pero me hacían sentir increíble. Como si tuviese el control total de la información
de esa computadora, como si supiese más que el resto. De chica me hacía sentir
que era una hacker, una espía, o simplemente una secretaria muy habilidosa en
su trabajo. Y me encantaba.
Me encantaba sentir que tenía el control, que sabía lo que hacía.
Y la realidad es, que sigo teniendo esa misma sensación ahora mismo mientras
escribo esto al son del “ruidito molesto” de las teclas. Tal vez no se me viene
a la mente a priori la imagen de una hacker de la red, pero el sentimiento es igual,
me siento en pleno control de mis acciones, de mis objetivos.
¿Se imaginan un teclado silencioso? Supongo que muchos ya lo
tienen, y ni siquiera se habían detenido a pensar en las diferencias entre un
teclado normal y un teclado ruidoso, de hecho, tal vez ahora mismo se están preguntando
si su teclado hace ruido o no, quizás ni siquiera lo recuerdan. ¿Por qué lo
harían? Hasta yo lo reconozco, no es algo importante… o al menos no para todos.
Pero me cuesta imaginar el vacío, la ausencia de alguien que te acompañe, que
te sienta mientras sentís lo que estas escribiendo, que escriba con vos, a la
par, como uno.